Publicado por: Juan Arias em El País (Vientos de Brasil)
La Constitución brasileña de 1988
La Constitución brasileña de 1988 que acaba de cumplir 25 años, fue pionera en el mundo como garante de los derechos de la ciudadanía y de la libertad de prensa.
Lo afirma, a sus 80 años, Bernardo Cabral que fue entonces relator del nuevo texto constitucional tras los años oscuros del golpe militar.
Junto con el del presidente de la Asamblea Constitucional, Ulysses Guimaraes, Cabral fue de importancia capital para la aprobación del nuevo documento constitucional, hoy considerado atrasado en algunos aspectos frente a la modernidad, pero que ha servido estos 25 años para crear un Brasil, libre, atento a los derechos fundamentales de los ciudadanos y preocupado ya entonces por el tema hoy candente de la corrupción política
El texto constitucional, curiosamente, no fue ratificado entonces por el Partido de los Trabajadores (PT) hoy en el gobierno desde hace 13 años. Su fundador, el expresidente Lula da Siva, al recordar aquellos tiempos en que el PT era de dura oposición , consideró el texto demasiado conservador.
Y admite Lula que de haber pasado la línea dura de de su partido Brasil “hubiese sido ingobernable”.
En una entrevista a Folha de São Paulo, Cabral recuerda cuales fueron los aciertos del texto constitucional que han ayudado a Brasil a mantener alta la bandera de una de las democracias más sólidas de América Latina en estos 25 años.
El primer acierto, según él, fue el haber concedido entonces al Ministerio Público el poder de investigación que tan importante ha sido para desvelar y condenar las acciones de corrupción política y de cuello blanco.
El segundo y no menor la “libertad de información”. Tras una dictadura militar durante la cual fue amordazada la libertad de expresión, la nueva Constitución puso fin al “fin de la censura” y consagró el “secreto de las fuentes” periodísticas.
Otro punto, hoy de los más modernos, es que el texto de la Constitución de 1988 ya acuñó el término de la “sustentabilidad” en la economía en defensa del medio ambiente, algo nuevo para entonces, y actualísimo hoy.
Por último, Cabral subraya que la Constitución brasileña dejó clara la defensa de los derechos de los ciudadanos, hasta el punto que llega a decir: “Ninguna otra Constitución en el mundo tiene tantas garantías para la ciudadanía como la nuestra”.
Eso tuvo incluso su fundamento filosófico, recuerda el relator, ya que el hombre, el ser humano, figura como hilo conductor del texto y no el Estado como en las anteriores constituciones brasileñas, que comenzaban todas destacando al Estado y sólo hacia el artículo 150 aparecía el hombre.
Con todos sus posibles defectos, con todas sus sombras y atrasos, nadie puede hoy negar que la Constitución fue un marco fundamental para que hoy Brasil siga siendo en sus leyes, una democracia completa, con plena libertad de expresión y con la independencia de los tres poderes del Estado.